Las primeras páginas de los diarios de distintos países están llenas de noticias sobre escándalos de corrupción.
Decisiones judiciales relacionadas con el caso Gürtel en España, informaciones originadas en Francia con respecto a la situación del candidato presidencial Fillon, más reportes del Brasil sobre el desarrollo de las investigaciones de la operación Lava Jato, la orden de detención al expresidente del Perú, Alejandro Toledo, declaraciones del Presidente de Panamá dando explicaciones, en fin, un terremoto institucional.
Y todo este menú de posibles crímenes está vinculado a sobornos, nacionales e internacionales, al igual que a la financiación de campañas.
Colombia también está en la mira de las autoridades y medios internacionales.
Se están investigando los presuntos pagos que habría hecho la empresa Odebrecht a funcionarios públicos para ser favorecida con contratos, y el posible ingreso de recursos de la misma fuente a las campañas de Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga.
Estamos frente a otro caso de caso de soborno transnacional y de financiación de la actividad política.
Ninguno de los dos problemas ha podido solucionarse.
En el primer caso, se han hecho esfuerzos de todo tipo, domésticos y globales, pero ha sido imposible ponerle fin a las prácticas corruptas de empresas multinacionales.
En el segundo, el trabajo para encontrar la fórmula que permita financiar la actividad electoral de manera totalmente transparente, carece de resultados.
Lo uno y lo otro le siguen haciendo un daño gravísimo a la democracia.
Esos escándalos están arrasando con la institucionalidad y destruyendo la ya precaria credibilidad de la gente en los poderes públicos.
De otro lado, han acabado con las carreras de políticos destacados y manchado la figura de estadistas de inmensa estatura.
Uno de los casos más dolorosos es el de Helmut Kohl, quien presidió el proceso de reunificación de Alemania con inmenso liderazgo y visión.
Después de haber sido distinguido con infinidad de reconocimientos se vio involucrado en un asunto de financiación indebida de su partido.
Hoy hay procesos abiertos en varias naciones para averiguar sobre las actividades ilegales de Odebrecht.
En éste aspecto lo que debemos reclamar es la acción rápida y eficaz de las autoridades con el fin de conocer la verdad, identificar a los responsables e imponerles los castigos más severos posibles.
Hay que llegar hasta las últimas consecuencias.
En cuanto a la presunta financiación de campañas por parte de la empresa mencionada, también se debe buscar el fondo.
Para conseguirlo, es indispensable que se investiguen todas las campañas a la presidencia y todas las campañas al congreso.
De otra manera no se lograría saber la verdad, ya que develar una supuesta financiación irregular de la política en Colombia, hecha por Odebrecht, no puede limitarse a dos campañas.
Se requiere claridad, como la ha hecho Óscar Iván Zuluaga en sus declaraciones, celeridad de parte de las autoridades y una investigación completa, no parcial.
Además, habida cuenta de que es un fenómeno global, bueno es insistir en la urgencia de darle vida a una corte internacional anticorrupción.
De lo que se trata, hay que repetirlo, es de llegar hasta las últimas consecuencias.
Publicado: febrero 13 de 2017