La objeción de conciencia es la actitud de quien se niega a obedecer una orden de la autoridad o un mandato legal invocando la existencia, en su fuero interno, de una contradicción entre el deber moral y el deber jurídico, a causa de una norma que le impide asumir el comportamiento prescrito (Ver Bioetica.org). Es una abstención deliberada, en absoluto se trata de evitar el cumplimiento de la norma, además de ser un derecho fundamental del ser humano.
Cada vez son más frecuentes las situaciones en las que un profesional de las ciencias de la salud, en especial los médicos, se ve enfrentado a tomar decisiones que afectan sus preceptos morales, que demanda la ley y que además afecta a sus pacientes, ya que en la mayoría de los casos son trascendentales, como lo es la práctica de un aborto o la eutanasia.
De la decisión que se tome, se tendrá una acertada resolución del problema entre lo jurídico y la moral; o por el contrario, se podrá tener una injusticia frente a la negación de un derecho que también tiene su paciente.
El problema radica en que la objeción de conciencia quiere resaltar un bien que la conciencia percibe que debería ser respetado en la sociedad y que de una u otra manera la ley no contempla.
Para los médicos el concepto de objeción de conciencia tiene una connotación bien especial, teniendo en cuenta claramente que la ética es el fundamento y la guía de su trabajo. No se trata de una simple abstención; se trata de la decisión de darle prevalencia a un valor incompatible con el orden jurídico. No es difícil establecer los fundamentos por parte de quien objeta, en el caso del aborto, las razones científicas y éticas para decider no practicarlo, también el respeto máximo a la vida además de presentar un riesgo alto para la madre.
Muchos médicos acceden a la práctica del aborto sin que medie ninguna barrera moral, no porque no la tengan, sino porque ven una forma de apoyar a la mujer en un momento de dificultad. Al tomar esta decisión claramente se está en una situación en la que ven esta práctica como la única salida. Nunca se rechaza a la mujer que solicita el aborto, cuando el médico se niega a practicarlo se debe comunicar lo equivocado de la propuesta abortiva y las numerosas alternativas, siempre mejores que las de la muerte del ser más indefenso. Las leyes jamás pueden desvincularse de los valores morales. Siempre se debe propender por establecer normas compatibles ante un bien único como es la vida humana.
Publicado: febrero 6 de 2017