En este país de moral acomodaticia y justicia “por contexto”, muchas personas han perdido su libertad por cuenta de “personajes de dudosa reputación, con una simple declaración sin prueba alguna”.
La justicia, al aceptar el principio de oportunidad y gabelas a los delincuentes por confesión y colaboración, no considera esas situaciones como algo “absurdo e inaceptable”, aunque así las califique la cúpula del presidente al referirse a las declaraciones de Otto Bula que comprometen a la campaña reeleccionista.
Era de esperarse esa reacción de los ministros y principales funcionarios del gobierno, encabezados por el vicepresidente –me quedo con su primera declaración–, pero no les queda bien ese exceso de esprit de corps, aun en contra de la realidad judicial, como no le quedó bien al obsecuente secretario de Transparencia, afanarse en acusar al uribismo, creyendo agradar con ello a su jefe.
No se trata de una “simple declaración”, sino de una bajo la gravedad del juramento y con indicaciones de modo, tiempo y lugar sobre la entrega del dinero al intermediario que lo haría llegar a Prieto. Tampoco se trata de una declaración “sin prueba alguna”. El testimonio de Bula, aunque no les guste, es una prueba testimonial, como lo es el del exviceministro García en un proceso diferente, quien declaró que Luiz Bueno, en su despacho, se refirió a que “…ellos Odebrecht eran muy cercanos a un señor Prieto (…) de quien me dice que iba a ser clave en la próxima campaña presidencial”. “Blanco es, gallina lo pone…”. ¿Será que Bula y García se pusieron de acuerdo?
Si bien el fiscal aclaró que no existe prueba directa, algo así como la foto de la entrega del dinero a Prieto, además de las testimoniales, existen pruebas documentales del flujo de los 2 giros de USD500 mil, tramitados y monetizados por Bula en 2014. Si Prieto no compartió “siquiera un café” con Bula, su amigo Giraldo sí terminó haciéndolo, para otros menesteres supuestamente, y por ello tendrá que dar muchas explicaciones.
Lo cierto es que, con contrato de verdad o de mentiras, firmado en 2013 o en 2016, los primeros en hablar, Martorelli y Bueno, expresidentes de Odebrecht en Colombia, afirmaron que Bula, en 2013, les ofreció la concesión Ocaña – Gamarra sin licitación, lo que efectivamente sucedió mediante un simple otrosí de adición.
Los mismos señores declararon haberle solicitado a Bula la inclusión de “sus condiciones” en cuanto a número de peajes, tarifas y vigencias futuras; condiciones que se incluyeron en el otrosí, como informó la Fiscalía el 14 de enero de 2017, cuando estableció además que “Por esta gestión, Odebrecht efectuó pagos desde Brasil por USD4.6 millones, que fueron fraccionados”.
Finalmente, ese otrosí “de ampliación de obra” –por ¡$1,2 billones!–, que debió haber sido licitación y no lo fue, se firmó el 14 de marzo de 2014, en plena campaña y a 2 meses de la primera vuelta, con aprobación del Confis y posterior documento CONPES, validatorio apenas, pues fue suscrito 7 meses después, en octubre de 2014, incluso por la ministra Parody, quien firmó sin problema, aunque en él se determinaba la importancia del corredor Ocaña – Gamarra, incluidas “las conexiones a puertos fluviales al norte y sur de Gamarra” en los que tiene intereses su familia.
Una pregunta final: ¿Acaso el gobierno sabía lo que le venía pierna arriba con las declaraciones de Bula, y por eso promovió la magnificación mediática de un presunto y extraño pago voluntario de Odebrecht al asesor de la campaña rival, curiosamente después de haber perdido la elección?
Publicado: febrero 15 de 2017