A menudo me cuestiono la manera en la que serán contados mañana los eventos de hoy. La historia es en todo caso un cuento que se cuenta de manera abreviada, a veces cayendo en simplismos y en el que el antagonista es, con frecuencia, no el más vil de los adversarios de una determinada controversia, sino el perdedor de la misma.
En el tema de la paz la gran perdedora ha sido Colombia. Es pronto todavía para ver materializados los resultados de ese proceso de paz que se dio siempre de espaldas al país y en el que se entregó tanto de la institucionalidad del Estado a cambio de la desmovilización de unos 5.900 hombres, es cierto. Pero lo que es cierto también es que ese daño a la institucionalidad; el mal ejemplo que la permisividad con el enemigo dará y las violaciones sistemáticas a las reglas del juego que nuestro sistema constitucional impone, son suficientes para denunciar que Colombia ha perdido, que su democracia ha perdido. Ya veremos cuántos hombres en armas son en realidad y cuántos fusiles es que van a entregar, pero el costo ha sido demasiado alto, independientemente de lo que muestre esa cifra.
Puede que la historia recuerde a los uribistas como quienes mintieron en la campaña del plebiscito, y en ese relato se entienda por ello justificado que aunque no se haya dado una refrendación legítima de los acuerdos, se haya propuesto luego hacer una reforma constitucional por la vía del Fast-Track sobre todos los aspectos que al gobierno convinieron o que le parecieron convenientes, sin importar su relación con el conflicto armado. Puede que en ese relato se cuente de la envidia del Presidente Pastrana, o se erija como el antagonista principal la figura de Uribe.
Puede que se recuerden los incumplimientos injustificados en las adecuaciones de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización, como una excusa válida para el retraso en la dejación de las armas, y se omita del recuento de eventos las preocupaciones de la ONU frente a las demoras en el proceso de desarme. Puede, a pesar de lo que los lectores de este portal quieran pensar, que en el resumen breve que es la historia, pasados los años, se hable de los chapoteos de ahogado que fueron las intervenciones del Centro Democrático en las comisiones primeras y en las plenarias de Cámara y Senado. Puede que la campaña del No sea mirada con asco . Puede que no pueda entenderse en unos años que un grupo de políticos guerreristas se haya opuesto a la noción de un país por fin en paz.
Puede que se olviden demasiado pronto las mentiras del Presidente en la Campaña en la que fue elegido, o aquellas esgrimidas en su campaña de reelección, cuando prometía que habría penas privativas de la libertad y no habría curules para los máximos responsables de las FARC, de conformidad el estatuto de Roma que fue desconocido luego. Puede que se olviden de que el pueblo salió a la calle y protestó con su voto contra los atropellos, contra el narcotráfico, contra los homicidios, el secuestro, las violaciones, las masacres y los abortos forzados cometidos por era falsa guerrilla revolucionaria que durante la mayor parte de su existencia fue poco menos que un cartel armado que tuvo en su bandera una excusa y no una razón.
Puede que se recuerde la firma de Cartagena, o la del Teatro Colón, quien sabe cuál escogerá la historia, como el momento más importante en la historia de nuestra nación, y los que antes fueron asesinos viles, y terroristas pasen a ser próceres de un movimiento político que existirá solo porque un gobierno demasiado débil les permitió convertir su antigua excusa en un oficio en el que tendrán verdadero poder para contar su historia.
Quienes quieran contar la historia tendrán que ganar las próximas elecciones. El cuento que cuenta la historia es breve.
Publicado: febrero 25 de 2017