Como duelen todas la formas de violencia contra las mujeres y las niñas. Pero este nuevo hecho atroz que cobró la vida de Yuliana Andrea Samboni, luego de ser raptada, torturada y violada, nos tiene profundamente estremecidos.
Hace tan solo una semana falleció Dora Lilia Gálvez, en Buga, por los atroces golpes y abusos a los que fue expuesta por sus brutales atacantes. Y este pasado domingo, Yuliana, de tan solo 7 añitos muere en manos del monstruo Rafael Uribe Noguera, personaje reconocido por sus conductas insensatas y actos torcidos. Su proceder causa profunda indignación y debe llevarnos como sociedad al rechazo total de estas actuaciones.
Lo ocurrido a Yuliana Andrea, no puede quedar en la impunidad y por ello reclamamos justicia. Reclamamos que este tipo de actuaciones aberrantes no se repitan nunca más contra nuestras niñas y niños y tampoco contra las mujeres.
La impunidad nos está quebrando como país. En Colombia de cada 10 casos de asesinatos, solo dos son llevados a los estrados judiciales y de estos, la mitad pronto están de nuevo en las calles.
Por todos estos hechos infames contra nuestros niños, pedimos consternados la cadena perpetua y algunos piden hasta la pena de muerte; porque como madres y padres de familia o como ciudadanos, no somos capaces de aceptar que después de una condena, que ya es difícil de que se dé, por la impunidad reinante en nuestro País, salgan estos delincuentes de la prisión a saciar nuevamente sus perversidades violentando sexualmente y asesinando a más niños y niñas que apenas inician su vida.
¿Hasta cuándo vamos a tolerar que esto ocurra?
La impunidad, la favorabilidad de las normas o de su aplicación, no pueden ser más un instrumento para favorecer a quienes operan de manera individual o como estructuras sistemáticas en contra de los niños en nuestro país.
Los altos índices de maltrato, abuso sexual y homicidio infantil, además del reclutamiento, que se vienen presentando en los niños y niñas, nos indican que debemos diseñar, implementar y reforzar estrategias efectivas para acabar estas violaciones de los derechos humanos.
En Colombia, cada hora, dos niños llegan a los centros de salud por haber sido víctimas de abuso sexual y cada día, tres menores de edad son abandonados y dos son asesinados. Ciento sesenta mil menores de edad fueron abusados sexualmente en la última década.
Cada día, entre 2 y 3 mujeres son asesinadas en Colombia, muchas de ellas por solo el hecho de ser mujer (feminicidio). En el año 2015 más 20 niñas fueron asesinadas. Se reportaron 6.000 niñas víctimas de agresión sexual, lo que quiere decir que a 16 niñas en promedio al día, se les practicaron exámenes médicos legales por presunto delito sexual. Este año Medicina Legal practicó 13.000 exámenes médicos para identificar violencia sexual, de ellos la relación es de 6 mujeres por un hombre víctima. Pero el mayor número de reportes son por violaciones de niñas entre 10 y 14 años. Para los niños el mayor reporte de denuncia por violación sexual se da para el rango de edad de entre los 5 y 9 años.
Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena son las ciudades que registran el mayor número de casos denunciados de violencia sexual.
Todas estas cifras aunadas al dolor más profundo por lo vivido hasta su muerte por Yuliana Andrea nos tiene que hacer cambiar comportamientos como sociedad. Este ardor tiene que ser permanente, para que se traduzca en acciones de fondo, en una justicia real y efectiva, en procesos de judicialización desarrollados correctamente y con celeridad, en instancias especializadas con rutas de actuación definidas, ágiles para atender y prestar un servicio de calidad a las víctimas.
Y sobre todo desarrollar estrategias nacionales para recuperar el valor de la familia y la formación en valores y deberes. Con programas que fomenten la necesidad de hablar al interior de la familia con claridad.
Si dentro de la familia y en las relaciones más cercanas se acepta lo indebido, o se oculta y se permite lo que no está bien, se toleran conductas en extremo dañinas que no distinguen el bien del mal. Y con ello justificar todo tipo de abusos hasta romper límites, para que cuando ya sin retorno la única respuesta que el victimario que sometió, torturó, violó y asesinó, tenga para dar a la familia, a la sociedad y a la justicia sea un simple “la embarré”, y logre, si la ausencia de justicia se lo permite, continuar dejando a su paso solo más víctimas inocentes de sus daños irreparables.
@ForerohElvira