En Colombia los aliados de este régimen eran los verdugos del país de antes: la guerrilla y los políticos corruptos.
Cuando el Presidente de Colombia dijo que el hacía lo que se le daba la gana pensamos que era uno más de sus problemas de elocuencia, pero no, ahora nos damos cuenta que ese día era el inicio de la dictadura.
Muchos me dirán que estoy loco, que cómo se me ocurre catalogar el gobierno Santos de dictadura y eso pasa porque estamos acostumbrados a ver a nuestro alrededor a dictadores caribeños que pulularon durante las últimas décadas, el retrato: un Castro, un Ortega o un Chávez. Nuestro dictador es diferente, se viste diferente, habla diferente, pero al final es un dictador.
Los gobiernos dictatoriales en Latinoamérica se dieron cuenta que podían disfrazarse de democracia, actuar como democracia y operar como dictadura. Solamente deben mantener las elecciones, manipularlas, comprarlas y alterarlas de manera que la comunidad internacional no se percate de lo que pasa. Ya el extremo de no reconocer una votación como lo hecho con el plebiscito en Colombia son evoluciones nuevas.
El régimen, como bien lo llamaba Álvaro Gómez Hurtado, se mantenía en el poder utilizando la coacción mediante la policía secreta, los asesinatos de dirigentes de la oposición, el manejo de los alimentos, etc. Hoy en día los recursos del estado los manejan más eficientemente; con ellos se compra al establecimiento y se le arrodilla, se maneja el Congreso que funciona más como un apéndice del gobierno que ya ni estudia las leyes si no que las aprueba a pupitrazo limpio, la justicia y las altas cortes que dejan que pisoteen la constitución y el ordenamiento jurídico y, lo que es más grave, los medios de comunicación que se dedican a publicitar al gobierno a cambio de publicidad oficial mientras el sector privado, por temor a perderlo todo y a ser perseguido sin cuartel, cierra los ojos ante este coctel fatídico.
Lo grave es lo que viene ahora. Los dictadores crean su propia corte, una corte que como sanguijuela se pegan al poder, que trata de perpetuarse en el a costa de lo que sea y que se alía hasta con el diablo para lograrlo. En Colombia los aliados de este régimen eran los verdugos del país de antes: la guerrilla, los políticos corruptos, mejor dicho todos los que han perjudicado a la población.
Los colombianos tenemos una cita histórica en las elecciones del 2018 si hay elecciones, ya que ese temita del gobierno de transición nos debería tener nerviosos. Debemos escoger un candidato que encarne lo que todos queremos: la anti política, la cercanía con la gente, que respalde la libre empresa y el emprendimiento, pero sobre todo que respete la constitución para retomar el poder y llevar al país por el camino del desarrollo.
El día de ayer a través de tuiteros supe que un senador de este nuevo régimen, de los aliados nuevos del gobierno, que llegaron a raíz del acuerdo con la narco guerrilla de las Farc, me demandará por injuria y calumnia. No lo supe directamente porque es de los que bloquean a los que piensan diferente, me demandará por el hecho de pegar noticias o videos en la red -porque los únicos que pueden opinar son ellos-. Esta es otra muestra de cómo funcionan, que además de tener los medios tradicionales, que la justicia no los toque y que la fiscalía no los investigue, amedrentan a los que piensan diferente con demandas y quién sabe si con otras armas u otros métodos que están acostumbrados a utilizar desde hace rato. Mi seguridad y la de mi familia está en juego, pero desafortunadamente para estas personas en Colombia existe la resistencia civil, los seguiremos combatiendo y no dejaremos que conviertan al país en otro estado fallido.
@SANTAMARIAURIBE