LOS IRREVERENTES. Noruega premió a Santos y el mensaje que nos queda después de oír a la vicepresidenta del comité del Nobel es que ellos lo que realmente quisieron hacer fue revertir el resultado del plebiscito del 2 de octubre. ¿Estamos frente a una jugada política de Noruega o frente a un reconocimiento sincero a un esfuerzo de paz?
ALEJANDRO ORDÓÑEZ. El premio Nobel de la Paz siempre ha sido un reconocimiento de naturaleza política. El caso de presidente Santos no es la excepción. Pero es un ejemplo con unos ribetes dramáticos.
Lo que la opinión pública ha recibido es que estamos frente a una auténtica comedia que inició en Cartagena, continuó en Bogotá y último episodio fue en Oslo.
El Nobel de Paz hay que asumirlo como una interferencia como las que hacen entidades con signo ideológico reconocido.
L I. En este portal hemos hecho algunas revelaciones que, cuando menos, llaman la atención. La presidenta del comité del Nobel fue miembro de la empresa estatal noruega de petróleos –Statoil-. Llama la atención y genera suspicacias que el gobierno colombiano, a través de la Agencia Nacional de Hidrocarburos le haya adjudicado dos bloques petroleros a la empresa del país que recientemente entregó el Nobel de Paz. ¿No será que ese Nobel no fue espontáneo y más bien fue prepagado por Juan Manuel Santos?
A O. No tengo mayores elementos de juicio, salvo la información que ha sido publicada en LOS IRREVERENTES y eso me permite intuir que algo huele mal. Los colombianos sabemos que tenemos un presidente que ha hecho de la mentira y de la falsedad una forma de accionar en la vida pública.
L I. Doctor Ordóñez, estamos en un escenario bastante particular. Lo que se ha roto en mil pedazos fue la democracia colombiana y no el acuerdo por el que la mayoría de ciudadanos votó en contra.
A O. Así es, así es. La decisión del 2 de octubre fue precisamente la de rechazar ese acuerdo entre la élite criminal de las Farc y la élite que representa Juan Manuel Santos.
Estamos frente a una auténtica usurpación al pueblo colombiano por parte del gobierno, coadyuvado por los gobiernos de Noruega, de Cuba y de Venezuela.
Fue un raponazo que deslegitima el acuerdo en si mismo, deslegitima el premio Nobel y profundiza la fractura que hay en la sociedad colombiana.
L I. En el año 1985 la banda terrorista M-19 se metió al Palacio de Justicia y aniquiló a la Corte Suprema de Justicia. Ahora, los terroristas de las Farc, de manera más sutil están ingresando a la Corte Constitucional amenazándola con que si no aprueba el denominado fast track, volverá el terrorismo. ¿Hay alguna garantía de que la Corte Constitucional pueda fallar respecto del fast track con libertad, con independencia y se mantenga al margen de las presiones de los criminales y del gobierno?
A O. Lo que los colombianos esperamos es que la corte cumpla con sus funciones constitucionales, cumpla con el mandato de defender y proteger el ordenamiento jurídico y no que se convierta en una cortesana del gobierno y mucho menos de las Farc. A eso aspiramos los ciudadanos.
Estamos ante una andanada sin precedentes, inédita en la que las Farc y el gobierno chantajean a la corte y ello ubica a nuestra institucionalidad en un escenario nunca antes conocido.
Un terrorismo que se alía con el gobierno para poner contra las cuerdas a la corte constitucional para exigirle que avale el rompimiento de nuestro ordenamiento constitucional es algo nunca antes visto.
Recuerde que el artículo 5 del acto legislativo para la paz dice claramente que para activar el denominado fast track y para activar las competencias habilitantes, debe mediar la aprobación del plebiscito y como eso no aconteció, se está haciendo un esfuerzo para desconocer ese mandato.
L I. Se oye a muchos ciudadanos profundamente defraudados. Asaltados. Su voto fue desconocido. Se sienten robados por el gobierno de Santos. Pero también hay muchas personas que han expresado desconsuelo por el liderazgo que ejercieron los voceros del NO que, en criterio de ellos, no hicieron lo suficiente para defender el resultado del plebiscito. ¿No cree que a ustedes les faltó hacer un poquito más , ser un poco más recios e implacables en la defensa del resultado del 2 de octubre?
A O. Si los voceros del NO hubiéramos asumido otra actitud, hoy el juicio de responsabilidades hubiera sido aun más crudo. Estaríamos siendo señalados como personas que no quisimos generar ningún espacio de diálogo.
Desde un comienzo, los voceros del NO señalamos precisamente que había unas consecuencias políticas y jurídicas luego del resultado del 2 de octubre.
Las consecuencias políticas señalaban unas líneas rojas que indicaban los asuntos que fueron rechazados de lo acordado en La Habana.
Nuestro error tal vez fue haber creído que el gobierno iba a aceptar, como le correspondía, el resultado del plebiscito.
Si hay un cargo de consciencia y una responsabilidad política, fue por haber confiado en que el gobierno iba a asumir las consecuencias que se desprendían del triunfo del NO en el plebiscito. Pero el gobierno desconoció el resultado.
L I. Doctor Ordóñez. Esto no se acaba en este punto. ¿El debate electoral del 2018 va a estar signado por el tema del acuerdo con las Farc?
A O. Con absoluta certeza, sí. Santos logró profundizar la fractura que hay en la sociedad. Como quedó mal hecho el acuerdo, como se desconoció de una manera flagrante y olímpica el ordenamiento jurídico, el debate no ha concluido. Todo lo contrario.
El gobierno y las Farc pretenderán continuar imponiendo a la brava un acuerdo que el pueblo colombiano rechazó. ¿Y frente a ello qué nos corresponde hacer? Pues consolidar, articular y sostener las mayorías del 2 de octubre para enfrentar esa nueva fuerza política que emanará de la unión del santismo con las Farc.
Esa coalición intentará institucionalizar la claudicación de Santos. De parte nuestra debemos redoblar los esfuerzos para mantener la unidad y ello nos permita desmontar todo aquello que se hizo desconociendo la voluntad popular.
L I. El año entrante va a ser muy duro. Quizás el más difícil de los últimos tiempos y usted será, sin duda, un protagonista de primera línea. ¿Ahora sí podemos decir que lo tendremos como candidato presidencial?
A O. Seguiré opinando con el mismo talante que he venido mostrando. Cada día trae su afán. No he tomado ninguna decisión frente a una candidatura presidencial. Lo que sí le puedo confirmar es que la decisión tomada es que permaneceré en la vida pública interpretando a un vasto sector de la opinión.
@IrreverentesCol