Al encender la primera vela de la Corona de Adviento, blanca como el espíritu de la Libertad, damos inicio a la preparación para recibir la Navidad. También celebramos la gesta heroica de cientos de miles de familias cubanas que, desde el 1 de enero de 1959 hasta la fecha, han sido víctimas de la sinrazón del comunismo, enquistado en una inmunda tiranía, reflejo de una ideología sin esperanza que ensucia y envilece todo lo que toca.
Ofrecemos estas líneas como reconocimiento al sacrificio de miles de madres, separadas salvajemente de sus hijos, por unos “barbudos” que derrochan crueldad y violencia a su paso, individuos que cargan con el peso de las desgracias que producen.
Recordamos a esos incontables balseros, valientes padres de familia que enfrentaron las bravas olas del Atlántico, dirigiendo la mirada hacia el Cielo desde sus humildes embarcaciones en medio de mareas amenazantes y feroces tiburones, siempre pendientes del posible naufragio, sangriento final para un viaje sin regreso y con exiguas condiciones de seguridad.
Merecen todos los honores quienes huyeron de su patria, para librarse del totalitarismo aplastante de esa banda de criminales consumados, intoxicados de marxismo, narcotráfico, brujería, tabaco, ron y perversión, que todavía rige los destinos de Cuba.
Nos ponemos de pie ante el sufrimiento de millones de adolescentes que vieron cómo sus sueños se vieron truncados por la propaganda mentirosa, rapaz e inhumana de una dictadura brutal, que adoctrinó a la fuerza a quienes en el fondo de su corazón añoraban mensajes que les infundieran optimismo, herramientas para salir adelante, no discursos vacíos que los llevaran a la postración: tres generaciones enterradas en vida como títeres de un régimen diabólico.
A esas mulatas sencillas, hijas de la miseria a las que las han sometido sin contemplaciones, también van dirigidas estas palabras. Nos compadecemos de las niñas que apenas se convierten en mujercitas, tienen que prostituirse y drogarse como “jineteras”, para poder comer algo y llevar a sus humildísimos hogares las sobras de lo que alcanzan a recoger con la venta de sus cuerpos: indigno oficio al que miles de cubanas se ven obligadas a “ejercer” para no morir de hambre.
Esos son apenas unos “ejemplos” del “legado” que dejó el “comandante en jefe de la revolución”, cobarde asesino de la democracia fallecido el viernes 25 de noviembre a las 10:29 de la noche. El sátrapa murió con la comodidad y la paz a las que sus innumerables víctimas tenían derecho a disfrutar; sin embargo, ellos no pudieron hacerlo, porque para esos miles de campesinos, profesionales, creyentes, libre pensadores, todos inocentes, un tiro de gracia en la nuca o en la frente, con los ojos vendados y las manos amarradas, sirvió de salvoconducto para pasar a la otra vida.
En estas fechas que anuncian vientos favorables para quienes nunca se rinden en su lucha por los valores, el humanismo y la dignidad de toda persona, renovamos nuestro compromiso con la esencia que nos hace auténticas creaturas divinas.
A esos héroes anónimos, que hoy recuerdan y lloran sus hijos y nietos en diferentes lugares del mundo, nuestros sentimientos de solidaridad perenne. Dios los bendiga y los tenga a su lado en el Paraíso.
Con todo respeto: Santísima Virgen María, acoge esta plegaria por el alma de quienes entregaron su dolor, su angustia y su vida, en la batalla desigual que ganaron para siempre contra el comunismo. Te pedimos intercedas para que, siguiendo tus peticiones en Fátima, podamos eliminar de la faz de la tierra, esa ideología funesta que se opone al Amor de Tu Hijo. Amén.
“Oh, mi buen Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno y lleva todas las almas al Cielo, especialmente a las más necesitadas de Tu infinita misericordia.”
@tamayocollins