El Señor Conejo está en Baltimore – Estados Unidos – por la próstata enferma de Cáncer. El Vicepresidente Vargas Lleras también adolece de cáncer en el cerebro. Estamos ante un cuadro hipotético de quedar en manos del orden sucesivo en el alto mando del gobierno, no por deseable, sino por un ejercicio de conocer cómo resuelve la Constitución este delicado problema.
Son faltas absolutas del Presidente de la República su muerte, su renuncia aceptada, la destitución decretada por sentencia, la incapacidad física permanente y el abandono del cargo, lo señala el artículo 194. En tales casos le corresponde remplazarlo el Vicepresidente quien asumirá el cargo hasta el final del período. A falta de Vicepresidente cuando estuviera ejerciendo la Presidencia, está será asumida por un ministro en el orden de precedencia legal que deberá ser del mismo partido del Presidente. El orden de precedencia se establece por la importancia del mando, incluye a todos los 16 ministros. Los cinco primeros son: 1. Ministro del interior. 2 Ministro de Relaciones Exteriores.3.Ministro de Hacienda y Crédito Público. 4. Ministro de Justicia y Derecho. 5. Ministro de Defensa Nacional. Y así sucesivamente hasta el último que es el Ministro de Cultura.
Como vemos en este recorrido, no se puede dejar ningún hueco en la resolución del mando en la nación. En el caso que venimos tratando, dice la C.N. que el Congreso, por Derecho propio, dentro de los treinta días siguientes a la fecha en que se produce la vacancia presidencial, elige a un Vicepresidente quien tomará posesión de la Presidencia de la República.
Dadas estas puntilladas que brotan de la Constitución, los colombianos debemos tener mucha observación sobre los candidatos presidenciales para el próximo período. Aplicar el ojo clínico del médico profesional, que vaya más allá del oncólogo y hablen el siquiatra, el neurólogo y el urólogo. Porque el ejercicio del poder Presidencial en Colombia para el cuatrienio que viene deberá luchar para que el posconflicto no remplace el Plan Nacional que debe informar al ejecutivo como lo es el programa del nuevo Presidente.
El próximo Jefe de estado debe ser un hombre o mujer, con una salud a toda máquina, porque el trabajo es de tal intensidad que los enferma y envejece. Con solo mirar las cabelleras grises de Uribe, Santos y Pastrana, por ejemplo, son el indicio claro de las hondas penalidades que tienen los presidentes.
Los humanos masculinos tenemos una alta probabilidad de que la próstata nos atropelle y de eso no están exentos los civiles ilustres, los obispos, los apóstoles y todos los Santos. Pero la penalidad del Presidente Santos está anclada a un problema ético y político que los especialistas de Baltimore no pueden curar: ponerle conejo al resultado de su plebiscito que perdió, ante la mayoría de la ciudadanía, al acordar unilateralmente un remendado documento que no tiene cambios de fondo que salieron legítimamente de la voluntad popular. Esa enfermedad que llamamos “faltón”, no se cura porque es del alma, y Santos no tiene alma.