¿Quién ganará la presidencia de los Estados Unidos el próximo 8 de noviembre? muchos analistas hablan del » voto invisible».
Esta expresión del mundo taurino, es la que viene como anillo al dedo a lo que esta sucediendo con los millones de personas en los lugares más diversos del mundo, que como espectadores ante el gran acontecimiento político del momento: las elecciones presidenciales 2016 de los Estados Unidos, hemos incorporado este debate como si fuera un asunto en el que tenemos posibilidad de incidir.
¿Quién ganará la presidencia de los Estados Unidos el próximo 8 de noviembre? Las encuestas están bastante cerradas, muchos analistas hablan del » voto invisible», una epidemia política que apenas están detectando (si es que existe) y tarde para buscarle un antídoto.
Lo que más me ha sorprendido y de lo cual espero poder sacar lecciones de aprendizaje político son dos factores: la «hiperpersonalizacion» (expresión tomada de Fernando Savater) en la campaña y la pérdida de identidad de los partidos políticos. (No se por qué pero me parece como una realidad espejo de la Política Nacional). Esta campaña sobrepasó cualquier expectativa de show, los observadores desde la barrera nos hemos dedicado más a cuestionar las personalidades de los candidatos y menos a indagar lo que representan.
En ese show mediático en que se convirtió esta campaña dos protagonistas totalmente antagónicos: Hillary Clinton y Donald Trump que en medio de las acusaciones y destapes no se hablaron entre sí sino hacia el votante. ¿A quién querían convencer y a quién convencieron?
Hillary Clinton con muchos años de experiencia política formada no sólo académicamente sino a punta de palo en el difícil mundo de la real política aprendió a tomar decisiones y a valorar lo que significa escuchar, pactar y no imponerse. Una candidata que sus detractores señalan como de la «élite» por haber sido Primera Dama, pues si, así es, pertenece a una élite política y eso en vez de quitarle le da puntos, tiene mundo, es de mente abierta, entiende y sabe lo que es ser la Presidenta de un gran país en un entorno globalizado. Su mensaje «Juntos más fuertes» (Stronger Together) es una invitación para para consolidar el trabajo en equipo de 50 Estados formando Nación. Hillary sabe que gobernaría un país de ricos donde existen tremendas diferencias y brechas que hay que cerrar. Le habla al establecimiento y este le cree , en eso es conservadora y le habla a las nuevas generaciones que han visto cambiar al mundo, han conocido la guerra en televisión y de manera impotente morir a miles de migrantes ante la indiferencia del mundo. Hillary le exige a los que más tienen para los que tienen menos y en eso es progresista. Sus votantes serán los del voto informado y formado. No tiene votantes invisibles, quien va a votar por ella lo tiene claro, no necesita debatir con nadie su posición. Es claramente una candidata demócrata.
Donald Trump es el prototipo de un irreverente (a nadie le hace reverencia) y desvergonzado (nada le da vergüenza) identificado como un político emergente anti- establecimiento, sin embargo esa característica aparentemente negativa fue la que lo conectó precisamente con la gran masa de votantes norteamericanos conformada por una población mayoritariamente de clase trabajadora, sencilla, con educación escolar básica que le gusta la gente ruda, que no encuentra vulgar el lenguaje insultante de Trump, lo entienden fácil y eso basta. Ese norteamericano no es un votante «invisible», es el votante que siempre ha creido que su país es el «ombligo del mundo» y está harto de ver que esta, su verdad, ha perdido vigencia. Creen que con construir un muro en la frontera con México llegarán menos emigrantes a quitarles empleo y esa es la mayor preocupación que nadie les ha resuelto. Ven en este empresario un hombre exitoso y eso es lo que quieren, más empresas exitosas donde trabajar y que se les garantice unos ingresos para pagar el crédito de vivienda, un carro y diversión. Y esos votantes no son pocos y les movieron el sentimiento. Pero no son los únicos a los que el discurso de Trump llegó. Los «votantes invisibles» no son tan invisibles, se encuentran en la clase media adinerada emprendedora a la que solo le interesa un país que progrese económicamente para que esa ventaja se refleje en sus asuntos privados y defienden el lema de Trump: «Hacer a América grande otra vez» ( Make America great again) así sea con una cantaleta anti-migratoria, anti-globalización, anti-equidad, anti- todo. Trump no es Republicano. Es el candidato del Partido Republicano a pesar de todo y por encima de todos.
Ser el gobernante de un país líder como los Estados Unidos tiene una gran responsabilidad no solo hacia sus ciudadanos sino frente al mundo en el que es un referente. El gobernante de esa nación ha de ser una persona que además de tener carácter, criterio y ponderación tenga conocimiento, experiencia y credibilidad. Si yo pudiera votar lo haría por Hillary Clinton porque he seguido su carrera política y me merece confianza.
En manos de los votantes formados, analíticos y con criterio está el futuro de esa gran Nación que es lo Estados Unidos. ¿Serán la mayoría? El 8 de noviembre tendremos la respuesta.
@aodenicholls