Alfred Nobel creó el famoso premio que lleva su nombre por dos razones: la primera fue porque durante la fase experimental para inventarse la dinamita ocurrió una explosión en su taller donde murieron cinco personas incluyendo a su hermano menor. La segunda fue porque años después, cuando su otro hermano, Ludvig, falleció, los periódicos de la época reportaron de forma equivocada que el que había muerto era Alfred. Un titular decía: “Le marchand de la mort est mort” (El mercader de la muerte ha muerto). Se dice que Alfred Nobel, que nunca se casó ni tuvo hijos, se impactó por la forma como lo percibía el mundo y quiso cambiar su legado. Es así que, a raíz del sentimiento de culpa que lo embargaba, donó gran parte de su fortuna para destinársela a la creación de unos premios reservados para los más grandes de la humanidad.
Este mes de octubre Juan Manuel Santos ingresó al selecto grupo de “los más grandes”. Cualquiera pensaría que Colombia entera celebra orgullosamente, como alguna vez lo hizo cuando Gabriel García Márquez se ganó el de literatura. Sin embargo, en lugar del orgullo y de la celebración, hay repudio y cuestionamiento porque muchos no comprenden en que consiste el gran aporte que le hizo Santos a la humanidad para merecerse tal reconocimiento.
Los seis años del gobierno Santos han transcurrido de escándalo en escándalo. No termina uno para comenzar otro que opaca al anterior. En una conversación con un grupo de amigos, a los que les agradezco sus aportes, sacamos un listado de los que recordamos. En este ejercicio de nunca acabar tenemos:
– Que el tal paro agrario no existe.
– La deportación de miles de colombianos de Venezuela y el cierre de la frontera.
– Las niñas del Carmen de Bolívar ignoradas y difamadas por el Ministerio de Salud.
– El paro camionero.
– Odín Sánchez y los demás secuestrados invisibles.
– Ramón Cabrales.
– La traición y posterior persecución al gestor de su ascenso a la presidencia.
– Los 12 millones de dólares de JJ Rendón.
– Los millones de los Ñoños.
– Cuando el himno de las FARC sonó en el congreso.
– Las suntuosas cortinas del Palacio de Nariño.
– El avión de la primera dama.
– Las tablets que regalaron y después recogieron.
– El desfalco por 400.000 millones a la educación en Córdoba.
– La mermelada para los medios de comunicación.
– Las almendras para Vicky Dávila.
– Los contratos pro marchas de Antanas Mockus.
– El caso Reficar.
– San Andrés.
– La Fiscalía, sus aparentes pactos, los multimillonarios contratos y como olvidar a Natalia Springer.
– La venta de Isagen.
– La Comunidad del Anillo.
– El apagar paga.
– Las cartillas del Ministerio de Educación.
– La muerte de centenares de niños por desnutrición.
– Los niños reclutados de las FARC.
– El dueño de la chequera.
– El mal tiempo que tumba aeronaves.
– La masacre de los soldados en Buenos Aires, Cauca, durante la tregua de las FARC.
– La resurrección del ELN y del EPL.
– Arango Bacci.
– Los presos políticos como Andres Felipe Arias y Luis Alfredo Ramos.
– Lorent Saleh, que hoy se pudre en “La Tumba” en Venezuela.
– El engaño para elegirse la primera vez bajo la consigna de la seguridad democrática.
– La reforma tributaria para tapar el tremendo hueco fiscal.
– El Conejo, Guajira.
– El Conejo de los nuevos acuerdos.
– Todo lo referente al plebiscito, desde la disminución del umbral hasta la oferta de casas e inversión por votos.
– El multimillonario cierre de campaña del plebiscito en Cartagena.
– La alimentación escolar.
– El aumento de los cultivos ilícitos en el país.
– Las denuncias de traición por parte de Eduardo Montealegre.
– La salud.
– El secuestro de Salud Hernández.
– La amenaza de guerra urbana si ganaba el No en el plebiscito.
– La descalificación a la oposición en su visita a la realeza británica.
– Andrómeda.
– Hackergate: La infiltración del hacker a la campaña de Oscar Iván Zuluaga.
A propósito de ese último escándalo, la investigación del periodista Gustavo Rugeles habría comprobado la existencia de toda una organización criminal encaminada a sabotear la campaña presidencial del Centro Democrático. Este episodio, que hace palidecer al proceso 8000 de Ernesto Samper, probablemente cambió la historia de nuestro país.
Alfred Nobel creó su premio por un sentimiento de culpa. Seguramente, si hoy viviera, la volvería a sentir, al saber que el Nobel de Paz ha legitimado en la comunidad internacional a un presidente que representa la antítesis de los valores que su premio quiere exaltar.
PD. Los invito a aumentar el listado con el hashtag #LosPecadosDelNobel
@ANIABELLO_R