Después de leer el “nuevo mejor acuerdo” con las Farc y ver la forma y proceder como pretenden implementarlo se debe concluir que estamos frente a un hecho más grave que la simple imposición de un tratado político y constitucional que nos iguala con las dictaduras de Cuba y Venezuela.
Cuando se argumentó en la campaña del NO que el acuerdo de paz de La Habana era abrirle la puerta al castrochavismo, las reacciones y expresiones de indignación por parte de los promotores del SÍ se desbordaron en todos los escenarios, su furia llegó al extremo de señalar de brutos, iletrados y borregos de Álvaro Uribe a quienes compartían la afirmación.
El tiempo y los hechos demuestran que teníamos la razón, la implementación del castrochavismo es una realidad, con el mismo libreto, con otros actores.
Los ciudadanos acudimos a las urnas el pasado 2 de octubre con convicción democrática, entendiendo y acatando las reglas de juego electoral impuestas por la Corte Constitucional en la sentencia C-379/16 que avaló la regulación estatutaria del plebiscito para refrendar los acuerdos de La Habana.
Los colombianos sabíamos con claridad que el plebiscito era para avalar o rechazar los acuerdos entre las Farc y el gobierno de Juan Manuel Santos, ¡eso debe quedar claro! porque después de los resultados plebiscitarios algunos energúmenos siguen insistiendo como mecanismo intimidador que quienes votamos por el NO, lo hicimos para rechazar la paz y mantener la guerra, la muerte o la barbarie que impuso las Farc en Colombia.
Los colombianos que votamos por el NO esperábamos grandeza por parte del gobierno y las Farc para avanzar en la búsqueda de un mecanismo que garantizara y sellara la construcción de un nuevo acuerdo de paz donde se incorporara las tesis del NO avaladas en las urnas y que se resumen en defender valores democráticos, jurídicos e institucionales que se violaban en el acuerdo inicial.
Las Farc y el gobierno de Santos escogieron el camino del “castrochavismo” para imponer un acuerdo que goza de ilegitimidad política y jurídica.
¿Que es “castrochavismo”?
“Castrochavismo” es la ideología política que acude a la violación del mandato popular de las urnas para imponer tesis derrotadas a través de aliados institucionales que ajustan a su antojo sentencias jurisprudenciales, leyes y actos legislativos para crear leyes habilitantes que suplantan los poderes democráticos.
“Castrochavismo” es lo que hace el hijo del exmagistrado Alfonso Reyes Echandía (sacrificado en la toma del palacio de justicia), Yesid Reyes, quien en nombre del gobierno presiona a la Corte constitucional para que de manera inaudita y sin precedente alguno habilite la tesis absurda del ‘Fast track’ que permite violar el reglamento y procedimiento legal para aprobar leyes y actos legislativos en el Congreso de la República.
“Castrochavismo” es pretender hacer creer que el Congreso de la República tiene facultades refrendatorias para avalar un acuerdo de paz espurio para suplantar el mecanismo constitucional de refrendación que recae en el constituyente primario.
“Catrochavismo” es proponer un gobierno de transición como lo hizo “Timochenko” en el teatro Colón para implementar un acuerdo que no tiene la aprobación y refrendación popular y que para logarlo buscan el aplazamiento de las elecciones presidenciales del 2018 con el argumento que la paz es un valor que está por encima de la Constituciòn y el ordenamiento jurídico.
Estamos en presencia de mecanismos y artimañas propias de regímenes “castrochavistas”, es nuestro deber seguir denunciando y alertando así les incomode el nombre no los métodos.
@laureanotirado