El “nuevo mejor acuerdo” es un barniz gramatical, subjetivo, repetitivo y confuso que preserva fundamentalmente y sustancialmente los elementos estructurales del anterior acuerdo que fue rechazado democráticamente en las urnas.
Todo lo que rodea “el nuevo mejor acuerdo” es una sumatoria de retórica, indelicadeces, errores y hechos grotescos del proceso de imposición que pretenden hacer las Farc y el gobierno en decadencia de Santos.
Juan Manuel Santos, acostumbrado a los honores, a la parafernalia, a los eventos protocolarios en palacios reales, quien nos venía acostumbrando en horario AAA a su melodramática alocución presidencial, y quien se desaforó en gastos billonarios para promover, patrocinar, firmar e imponer el acuerdo derrotado, escogió la oscuridad de la noche de un sábado para presentar el “nuevo mejor acuerdo” gestado por Humberto De La Calle, un hombre curtido en las batallas politiqueras del maniqueísmo, el engaño y la elocuencia “grecocaldense”.
El “nuevo mejor acuerdo” podrá ser explicado y apoyando por el Papa, la ONU, la decadente OEA, la Unión Europea o cualquiera de esas organizaciones internacional que pretenden imponer el nuevo orden democrático y constitucional de Colombia, pero como lo hicimos antes del 2/10 debemos seguir persistiendo e insistiendo sin desfallecer en la defensa de la Democracia, la Constitución, la Ley y el Ordenamiento Jurídico e Institucional que sigue en riesgo, ahora con mayor peligrosidad por el afán voraz de quienes pretenden imponer el régimen de las Farc y del establecimiento bogotano.
No duden. El “nuevo mejor acuerdo” será “refrendado” en el Congreso de la República por los parlamentarios de la “Unidad Nacional” que tienen deuda electoral con el Presidente Santos, después de ser derrotados por ciudadanos que no necesitaron “mermelada”, ni condicionamiento o chantaje para decidir y votar patrióticamente.
La Colombia democrática será testigo histórico del bochornoso acto antidemocrático que realizara el Congreso de la República al fingir una “refrendación” que carece de legitimidad popular, política y jurídica.
El único escenario “plebiscitario” que tendrá Colombia para refrendar o rechazar esta burla histórica será las elecciones presidenciales del 2018.
En las urnas los colombianos tendremos que decidir si seguimos en esta farsa democrática que pretende imponer políticas de impunidad y cambio Constitucional para favorecer una cuadrilla criminal que pretenden cogobernar o por el contrario, recuperamos el rumbo democrático, eligiendo un Presidente que recupere los valores democráticos, el orden y la ley, un Presidente que convoque el gran pacto de unidad nacional para consolidar la paz con unos mínimos de respeto por nuestro ordenamiento jurídico que garantice la transición de los integrantes de las Farc a la legalidad sin alterar la estructura Constitucional y Democrática de Colombia como lo harán por los próximos 21 meses.
@laureanotirado