La ministra María Ángela Holguín ha antepuesto su estrecha amistad con Maduro a la defensa de la democracia en Venezuela.
El día su designación como ministra de Relaciones Exteriores, se desataron las críticas contra la doctora María Ángela Holguín por cuenta de su extrema cercanía con Nicolás Maduro quien en la época era el canciller de Hugo Chávez.
Nombrada durante el gobierno Uribe como embajadora en Venezuela, Holguín tejió estrechos vínculos con Maduro, hecho que ,por supuesto, desnaturaliza su función en la defensa de los intereses de Colombia, cuando fuera el caso hacerlo.
La vida privada de la ministra es asunto de ella, pero dado que ésta afecta los intereses nacionales, lo decente y sensato es que ella no hubiera aceptado ser la responsable de la política exterior colombiana.
Por eso durante el auge de la satrapía liderada por Maduro, régimen que ha violado los derechos humanos de miles de colombianos que viven en ese país y que fueron violentamente expulsados, nuestra cancillería ha observado una actitud timorata y de complicidad.
Son muchas las expresiones de la doctora Holguín que inducen al error. Pareciera que a veces ella hablara como representante del gobierno venezolano y no del colombiano.
Mientras nuestros compatriotas eran deportados, obligados a cargar unos pocos enseres desde el otro lado de la frontera, la cancillería colombiana miraba hacia otro lado y cuando rompió su silencio fue para expresar tonterías y propender por un diálogo inane y sin sentido.
Ha quedado claro que el objetivo central de la política exterior de Santos era uno y sólo uno: lograr que el gobierno de Noruega le entregara el premio Nobel de Paz. Por eso, Colombia, que antes tenía una simple oficina de negocios en Oslo, decidió abrir embajada en Noruega, con los costos que aquello significa. Para efectos de agenciar el Nobel de Paz y hacer el respectivo lobby, Colombia estableció una misión diplomática con embajador, un diplomático adicional y staff administrativo. Así mismo, tuvo que incurrir en los costos que implica el montaje de una residencia oficial y demás erogaciones multimillonarias que se desprenden de la apertura de una misión diplomática.
Olvidando que ella es la canciller de los colombianos y no la niñera que atiende las vanidades de Juan Manuel Santos, poco hizo para impedir que el mar colombiano fuera despojado a través de una demanda interpuesta por Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
En defensa de su gestión, enarbola como ejecutoria suya el hecho de que la Unión Europea, por solicitud de España, haya retirado la obligación de que los ciudadanos colombianos tengan que tramitar una visa cuando viajen a aquel continente.
Ningún mérito le corresponde a la cancillería colombiana por esa decisión. España, país que enfrenta una durísima situación económica está obligada a promover uno de los principales renglones de su economía que es el turismo. El requisito de la visa se convierte en una talanquera que desestimula a los turistas. Esa es la verdadera razón por la que la Madre Patria se dio la pela de luchar para que los portadores de pasaportes colombianos y de otras naciones latinoamericanas no tuvieran que hacer el engorroso trámite de sacar la visa que les permitía viajar a los países suscriptores del acuerdo Schengen.
La canciller de Colombia, María Ángela Holguín y Nicolás Maduro, dictador venezolano
Pocos meses antes de que se finiquitara la negociación del acuerdo que suscribieron Santos y Timochenko, la canciller Holguín fue incorporada al equipo negociador. Ella, con todo el sectarismo se convirtió en una de las más furiosas promotoras de la deleznable tesis de que aquellos que estaban en contra del pacto con las Farc eran enemigos de la paz.
Creyendo como todo el gobierno que el SÍ se impondría con holgura en la votación del plebiscito, ella fue de una de las funcionarias santistas a las que más trabajo le costó aceptar la derrota que propinó la ciudadanía que respaldaba el NO.
El presidente cometió el error de designarla como vocera suya para las conversaciones con los representantes del NO. La falta de tacto y respeto suyos han sido ostensibles. A las primeras reuniones con la oposición, la canciller concurrió con tono desafiante y alevoso presionando a los voceros con que debían presentar, en el término de la distancia las propuestas para salvar el acuerdo con las Farc, desconociendo algo tan elemental como que en virtud del resultado del plebiscito, lo firmado por Santos y Timochenko había dejado de existir.
La inoperancia e intrascendencia de la canciller Holguín se hizo aún más evidente con ocasión de la reciente cumbre iberoamericana que tuvo lugar en la ciudad de Cartagena.
Cuesta comprender que en medio de la crisis que padece Venezuela, donde se ha consolidado un régimen autocrático, violando todos los derechos de la oposición y la Asamblea Nacional fue clausurada de facto, la canciller Holguín haya preferido salvaguardar su vínculo con Nicolás Maduro en vez de propiciar una enérgica declaración de todas las naciones concurrentes a la cumbre contra el aleve atentado que el gobierno venezolano le ha hecho a la democracia de su país.
No es la primera vez que la cancillería colombiana mira hacia otro lado frente a las demenciales arbitrariedades del gobierno venezolano. Recientemente, cuando dos aviones de guerra de ese país pusieron en grave riesgo la seguridad de un avión comercial colombiano, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia no hizo absolutamente nada. Pero para ayudar a Maduro a perseguir a sus contradictores político, el gobierno de Santos es totalmente activo. Está el caso de los jóvenes activistas venezolanos refugiados en Colombia, Lorent Saleh y Gabriel del Valle quienes fueron entregados sin mayores consideraciones a la satrapía venezolana para que fueran reducidos a una de las mazmorras del régimen.
En criterio de la senadora uribista Paola Holguín quien habló sobre todos estos asuntos con LOS IRREVERENTES, «la postura del gobierno de Juan Manuel Santos y en particular de la ministra Holguín demuestra que la política exterior de Colombia es dictada desde La Habana. El de Colombia es un gobierno que no ha cumplido sus obligaciones en la defensa de la democracia y de los Derechos Humanos del pueblo venezolano».
La complacencia de Holguín hacia Maduro raya en la complicidad. En Venezuela los opositores son encarcelados, la gente muere por falta de medicamentos, los niños padecen preocupantes índices de desnutrición por cuenta del desabastecimiento al que la pandilla que lidera Maduro ha condenado al pueblo. Al respecto, la senadora Holguín apunta que «es lamentable la postura que frente a la tragedia venezolana exhibe el gobierno colombiano que no sólo es de debilidad sino que pareciera ser de complicidad».
Guardando silencio, no se solucionará el problema. La región debe intervenir cuanto antes en Venezuela para evitar un desenlace violento porque confirmado está que no hay nada más peligroso que un tirano que se siente acorralado.
@IrreverentesCol