Que lleguen a un acuerdo que se ciña a los postulados del Estatuto de Roma y de la CPI.
Santos habló el jueves 18 de octubre. Últimamente está muy hablantinoso, que no locuaz.
Y dijo que está escuchando todas las voces todas, como dice una bella canción, porque, palabra más, palabra menos, entre todos hay que llegar a un acuerdo sobre el Acuerdo firmado en La Habana y puesto en escena en Cartagena de Indias el 26 de septiembre.
En un discurso de cuatro minutos mencionó muchas veces la palabra “todos”.
En lingüística se estudian los mensajes, entre otras cosas, para analizar el énfasis de quien habla o escribe. Según esta ciencia, para Santos se volvió muy importante decir la palabra “todos”, repito. Quiere ser incluyente.
Eso está bien. Lo raro es que apenas ahora cayó en la cuenta de hacerlo. Después de perder su opción del SÍ en el plebiscito del domingo dos de octubre.
¿Estaba tan convencido de que él ganaría el plebiscito?
Parece que la respuesta puede ser afirmativa.
Y es lógico. Recordemos cómo puso a toda la administración pública a hacer campaña por su opción.
Recordemos la avalancha de publicidad política no sé si pagada o enmermelada en casi todos, por no decir todos, los medios de comunicación hablados y escritos: radio, prensa y televisión.
Recordemos el uso intensivo de las redes sociales y las nuevas tecnologías de información y comunicación.
No se nos puede olvidar que también hubo amenazas, como aquella de que la guerra llegaría a las ciudades a través de las milicias urbanas.
Muy seguramente los capitalinos, los cachacos decimos en provincia, se asustaron porque allá sobra lo que en el resto del país falta: Presencia de la Fuerza Pública.
Dicen, no me consta, que en las zonas costeras, además de mensajes había ofrecimiento de dinero y de mercados para los que votaran SÍ. Y amenazas de perder el puesto y de quedar señalado, al mejor estilo chavista, en caso de votar NO.
No se nos puede olvidar que en su primer referendo Chávez tuvo el cuidado de hacer una lista de quienes votaron en contra de lo que él planteaba.
Esta lista no quedó en ningún anaquel, sino que sirvió para botar del puesto en empresas estatales, como PDVSA, a sus opositores. Lo triste es que, en ese momento, las compañías privadas no les dieron empleo a los que botaron por votar en contra de lo que proponía Chávez. Temían las represalias.
Años después se dieron cuenta de su error. Pero ya Chávez y sus miles de gendarmes, médicos y maestros cubanos, estaban tan empoderados que también llegaron por dichas empresas y empezó la peor expropiación.
No hay ni qué recordar lo que se vive hoy. A muchos nos duele el hambre que pasan la gran mayoría de los venezolanos, en contraste con los altos mandos del gobierno presidido por Maduro y sus generales, del famoso Cartel de los Soles.
Tampoco, que Maduro está desconociendo el mandato de la Asamblea Nacional y que tiene presos políticos cuyo símbolo es Leopoldo López. Estos presos viven en condiciones infrahumanas.
A propósito: Duele el silencio del gobierno colombiano presidido por Juan Manuel Santos. Duele el silencio de su canciller María Ángela Holguín, tan amiga del conductor del pueblo vecino, Nicolás Maduro y sus generales. ¿Será esto complicidad o será debilidad? ¡Vaya uno a saber!
Santos y Holguín parecen montados en el bus de la desgracia de la gran mayoría de nuestros queridos vecinos.
Pero volvamos a JM Santos hablador. Ahora que su opción perdió el Plebiscito, su política es salir a provincia a averiguar las razones del NO.
Plebiscito que, como le dijo Juan Gossaín a Paulo Laserna en el programa Última Palabra, debió hacerse antes de firmar el Acuerdo, para saber si el Constituyente Primario lo aprobaba o lo improbaba. Y así evitarnos la discusión de si estos acuerdos son válidos o no.
Siguiendo a constitucionalistas e internacionalistas tan serios como Rafael Nieto Loaiza, no hay acuerdo, porque el pueblo dijo NO, porque ganó el NO.
Y otro detalle, del que habló Gossaín en el programa mencionado, hay que analizar las razones para una abstención tan alta, como que fue del 63%. Él dice, y coincido, que muchos no votaron porque no creen en la transparencia de muchos de los dirigentes nacionales, porque están hastiados de la corrupción…
Pues Santos vino a Nariño, Antioquia, un municipio que limita con el departamento de Caldas, la tierra de alias Iván Ríos y Karina, en donde sembraron el terror. A Ríos lo mató su jefe de seguridad. Karina está desmovilizada desde 2008, es gestora de paz y recibe beneficio de Justicia y Paz, y da información sobre el modo de operar de las Farc, grupo al que perteneció.
Santos dijo en su intervención del martes que Ángela Montoya, señora a quien las Farc le destrozaron un brazo, le dijo que los nariñenses votaron NO porque tienen miedo de que las Farc vuelvan a su terruño.
Horacio Arcila le dijo que también votó negativamente porque no está de acuerdo conque del dinero que él tributa, (es dueño de un almacén), le vayan a dar un millón 800 mil pesos a cada guerrillero y que vayan a gravar las pensiones.
Santos le contestó que eso no era cierto, que el dinero para pagarles a los guerrilleros estaba en caja. Sin embargo, no dio más explicaciones al respecto.
Si las Farc dijeron que no tenían dinero, a pesar de lo dicho por Forbes de que es el tercer grupo narcoterrorista más rico del mundo. Si Santos había dicho que no sabía dónde tenían el dinero. Sí debe explicar con qué recursos se financiará este tránsito que se llama posconflicto.
Pero como Colombia no puede quedar en esta incertidumbre, es bueno que haya reuniones y se llegue a un acuerdo sobre lo fundamental, como diría Álvaro Gómez Hurtado, que permita el tránsito a la tan anhelada paz.
Estoy de acuerdo en que Álvaro Uribe, Andrés Pastrana, Marta Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez, y otros, se reúnan con quienes hicieron el Acuerdo para llegar a una solución digna y posible que permita la terminación del conflicto y la construcción de un país en paz, dentro del Estado de Derecho, con generosidad, solidaridad, igualdad de oportunidades para todos, en un marco de derechos básicos satisfechos y de desarrollo digno en todos los rincones de Colombia.
Que lleguen a un acuerdo que se ciña a los postulados del Estatuto de Roma y de la Corte Penal Internacional, para que no suceda lo que está pasando en otras naciones.
Me gusta al diálogo sereno y constructivo, creador de equidad. Me gusta que los líderes de Colombia sean puente y no muralla frente a un pueblo que merece la paz. Frente a unos niños que merecen nacer y vivir en paz.
Que Santos siga hablando con un mensaje conciliador e incluyente para que demuestre con hechos que su Nobel, prematuro, valió la pena.
Pero, hay dos serios peros.
El primero, que JMSantos puso la fecha límite del jueves 20 de octubre para recibir sugerencias para conciliar con unos acuerdos hechos en Cuba en seis años.
El segundo pero es que los voceros de las Farc no quieren hablar con delegado alguno de Álvaro Uribe. Lo afirmaron el mismo 20 de octubre alias Pastor Alape, quien califica a Uribe como “saboteador” del proceso de paz.
Alias Iván Márquez dice que confía en que JMSantos hará uso de las facultades que le otorga la Constitución para sacar adelante el proceso de paz. ¿Desconoce que ganó el NO y que hubo un 63% de abstención? ¿Ignora la voluntad del Constituyente Primario? ¿Cómo quiere que así haya legítima paz? Piense que Colombia no es ni Cuba ni Venezuela.
Y alias Timochenko dice, como ignorando tanto el triunfo del NO en el Plebiscito como el altísimo nivel de abstención, que están “trabajando duro en función de la implementación de los acuerdos de La Habana”. Y da las gracias a las movilizaciones que sabemos que son algo así como su caja de resonancia, los de #Paz#PazALa Calle.
Así se encargan de levantar murallas cuando las mayorías quieren tender puentes, porque todos queremos la paz, pero modificando la habanera.
Si no se firma la paz, ¿de quiénes será la culpa?
@gomezanam