Nunca un premio Nobel de paz hizo tanto daño a un país como el concedido al presidente de Colombia Juan Manuel Santos (JMS) en el 2016, porque ya el presidente había recibido con resignación y buena disposición la decisión soberana del pueblo de rechazarlo en el resultado de la consulta plebiscitaria para refrendarlo. Pero el recibir el galardón lo envalentona para no querer acatar la decisión autónoma de un pueblo, como si la paz de los colombianos fuera asuntos de unos extranjeros, como si la paz nuestra la decidiera un comité de noruegos. No se explican algunos colombianos que el comité noruego de paz, se lo haya concedido contra la voluntad de un país. Es prácticamente una bofetada a la soberanía de una nación. Hay que decirle al mundo que la paz de Colombia no es asunto de noruegos ni de ningún otro país del mundo, si no de los colombianos. Y que el pueblo al votar negativamente los acuerdos lo que pide es que se rectifiquen. Lo del premio es un simple galardón que debería como no parece, comprometer al presidente con más vehemencia para oír la decisión unánime de los colombianos y no pensar, exaltado con su distinción, que se los puede birlar.
Nunca unos extranjeros, ni siquiera cuando Cartagena era víctima en la edad media del asedio de piratas europeos, le había propiciado semejante daño a un pueblo soberano, arrasando algo más valioso que trozos de oro, la soberanía de toda una nación. El premio en cambio se le ha debido conceder al pueblo colombiano, que con tanto valor y contra todos los pronósticos de una maquinaria estatal apabullante y demoledora, había rechazado el lesivo Acuerdo de La Habana. Porque al hacerlo estaría propiciando la revisión y rectificación, la que si deberá generar el verdadero acuerdo final que traerá una paz justa, legítima y duradera.
JMS busco tanto el apoyo mundial, la aprobación internacional, que se olvido de mirar para adentro, para su pueblo, que en últimas es quien lo aprobaría y que en un acto soberano sin precedentes dijo NO a lo acordado. Y fue tan sabia la decisión del pueblo colombiano que la votación de los ganaron con el NO es ligeramente diferente a los que perdieron con el SÍ, apenas de unos 54.000 sufragios, como queriendo expresar; “colombianos pónganse de acuerdo”. Pero da la impresión que la decisión del comité de paz no solo fue darle un apoyo a JMS sino pegarle una bofetada al presidente Uribe (quien había ganado el plebiscito), ya que en su gobierno los noruegos cerraron sus consulados.
El presidente JMS en un acto de gallardía debió rechazar el premio como lo hizo en 1973 el vietnamita Le Doc Tho, quien lo rechazo porque consideraba que su pueblo no estaba en paz todavía después de los sucesos en la guerra del Vietnam.
Así que noruegos, ¡go home!
@rodrigueztorice