Dios quiera que las circunstancias permitan que la clase política tenga la posibilidad de tener una discusión de altura sobre la situación fiscal actual de Colombia. Acá hay un hecho irrefutable. La caída de los precios del petróleo ha dejado un hueco fiscal que vale más o menos un 3% del producto interno bruto, y ese hueco hay que subsanarlo bajo cualquier escenario. Porque si no lo hacemos, las calificadoras de riesgo le van a quitar el grado de inversión a Colombia. Y eso sería una tragedia.
Me gusta la reforma que presentó el Ministro Cárdenas. Es una reforma que grava incrementalmente a la población, para de esa forma poderle disminuir la tributación a las empresas. Mejor dicho, esta reforma está inspirada en los sistemas tributarios de los países nórdicos, aquellos que el exalcalde Petro, en medio de una impresionante ignorancia, cataloga como sistemas “socialistas”. Los países nórdicos le cobran unos impuestos altísimos a los asalariados, para de esa forma poder cobrarle pocos impuestos a las empresas. La razón: porque los nórdicos lograron entender un concepto realmente sencillo, el de que las empresas son las que le dan el trabajo a la gente. La cosa es muy sencilla: sin empresas no hay empleo, y sin empleo no hay bienestar social. Por eso es que la reforma del Ministro Cárdenas va por el lado adecuado, así sea muy impopular. Colombia necesita volverse un país más competitivo, y para lograr eso, hay que gravar más el consumo y al empleado, y menos al emprendedor.
Yendo a los específicos, la idea de introducir un mono tributo para los pequeños comerciantes también es una idea loable, no porque vaya a incrementar fuerte el recaudo, sino porque este paso es el inicial (y necesario) en el proceso de formalizar la economía. Me hubiera gustado ver que se iniciaba el proceso de gravar la canasta familiar, a tasas bajas, obviamente, pero claramente no hay capital político para eso después del triunfo del NO en el plebiscito.
También me hubiera gustado ver que se le cobraban impuestos a las pensiones altas, así como se hace en cualquier lugar civilizado en este mundo, para de esa forma poder invertir más en la niñez. Lo de la cárcel para los evasores es una idea necesaria, pero es una que no debería prosperar en un país que piensa que es necesario darle impunidad al criminal alias “Timochenko” a cambio de que nos deje de matar.
El colega economista Andrés Pardo argumentaba recientemente en Twitter que la necesidad de aprobar esta reforma no implica que no haya mucho que hacer por el lado del gasto. Comparto totalmente su opinión. Estoy totalmente de acuerdo con la visión de que hay que convocar a una comisión de expertos que estudie la calidad del gasto público en Colombia, para de esa forma poder tomar los correctivos necesarios para priorizar el gasto bajo conceptos tecnocráticos. Es un hecho que el gobierno de Colombia gasta mucho en gasto corriente y muy poco en infraestructura, y en salud y alimentación infantil.
Pero no nos equivoquemos. Aún con disminución de gasto, Colombia necesita recaudar más, y ese recaudo adicional NO puede venir de “los ricos”, porque en Colombia “los ricos” son las empresas. En una sociedad lógica TODOS los ciudadanos tienen que contribuir con el proceso de financiamiento del erario. El lector conoce que soy muy crítico para con la administración Santos en todo lo que tiene que ver con el proceso con las Farc. Pero esta reforma que acaba de presentar Hacienda es una buena reforma que merece el apoyo de las diferentes fuerzas políticas.
@AlbertoBernalLe