Todavía me pregunto: ¿Es este es el mejor acuerdo posible? Yo NO lo creo. Mi respuesta es NO.
Uno no sabe qué pensar cuando el jefe del equipo negociador del gobierno en La Habana, Humberto de la Calle, dice que este es el mejor acuerdo de paz posible. La verdad, yo no le creo. Es más, siento que esa afirmación está llena de resignación, desesperanza y conformidad. En otras palabras, es como si nos estuviera diciendo “esto es lo que hay y no hay más”. Así que “de malas”.
Pero yo no me resigno. Es por eso que quiero aprovechar este espacio para hacer algunas preguntas que reflejan mis inconformidades. Estoy convencida de que el NO es más que la exigencia de un mejor acuerdo. En realidad es una oportunidad para que la paz sea verdaderamente estable y duradera.
En efecto, hoy me pregunto: ¿por qué se permitió que las Farc tengan poder de decisión sobre los dineros del postconflicto y, además, guíen buena parte del presupuesto de nuestra nación durante los próximos 10 años? Así mismo, en materia de elegibilidad, ¿por qué darle al movimiento político de las Farc, nacido del narcotráfico, 7 mil millones pesos? ¡Eso es más de lo que recibe hoy cualquier partido como motor de arranque!
Además, ¿qué pasará con el dinero que tiene las Farc por narcotráfico? Seguro que alcanzaría para pagar el sueldo de cada guerrillero desmovilizado (dicho sueldo equivaldrá al 90% de un salario mínimo), así como los 2 millones de pesos libres que estos recibirán inicialmente. Sin embargo, este dinero saldrá de nosotros, los colombianos.
Es más, estoy segura que los dineros de décadas de narcotráfico, secuestros y extorciones alcanzarían, incluso, para pagar las sumas que se les dará para montar sus empresas. Claro, para la Farc este dinero NO les alcanza para reparar a sus víctimas.
Lo más triste es que las víctimas de este grupo guerrillero esperan ver presos a los asesinos de sus familiares, a sus desplazadores, a sus reclutadores, a sus secuestradores, a sus violadores, a sus mutiladores. Aunque esto sea bajo un modelo de justicia transicional, pero uno que sí ofrezca algo de justicia y NO solo impunidad.
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) se atribuirá la facultad de asumir e incluso reabrir todos los procesos en los que se investiguen crímenes cometidos en el contexto de lo que se ha llamado el conflicto. La revisión de todos estos expedientes tomará suficientes años para que, tal como lo ha advertido Vargas Lleras, el Tribunal de Paz termine por reemplazar nuestra justicia, que es imperfecta pero soberana.
¿Por qué se aceptó que haya jueces extranjeros en estas cortes? ¿Por qué se aceptó que los guerrilleros presos sean liberados sin importar la naturaleza de sus crímenes, hasta que la JEP defina su situación jurídica? ¿Por qué se aceptó que la JEP subsuma a la Justicia Penal Militar, y que nuestras Fuerzas Armadas sean juzgadas por un Tribunal que será conformado a medida y placer de quienes han sido sus enemigos el último medio siglo? ¿Será la JEP la condena anticipada de miles de inocentes y la impunidad garantizada de miles de culpables? ¿Cómo se va a garantizar que este tribunal no se convierta en una jurisdicción de venganzas políticas, en un arma contra quienes se hayan opuesto de manera vehemente y democrática a las FARC o a este acuerdo?
Todavía me pregunto: ¿Es este es el mejor acuerdo posible? Yo NO lo creo. Mi respuesta es NO.
@Tatacabello