A todos los que estamos en contra de algunos puntos del acuerdo de paz, como son la impunidad por delitos atroces, elegibilidad de cabecillas comprometidos con actos de lesa humanidad, el narcotráfico como delito conexo, nos llenan de calificativos como guerreristas, amargados, viven de la guerra, paracos, nada les gusta, tramposos, rufianes de esquina, llenos de odios, sometidos a todo lo que diga Álvaro Uribe Vélez, etc.
Son los únicos argumentos que utilizan para descalificar nuestras inquietudes. Agregan además, que la paz es necesaria, en lo que hasta donde yo sé, estamos de acuerdo todos. Que es la única y última oportunidad de lograrla, que si no es ahora no llegará jamás, negándole así al país la posibilidad de conseguir la verdadera paz. No contentos con eso, el presidente Juan Manuel Santos nos amenaza con guerra, si no gana el SÍ en el plebiscito. Mientras, las Farc lo contradicen, manifestando que no habrá guerra si no ganan el plebiscito. Es decir, el mundo al revés. Para rematar nos aumentarán los impuestos, para ayudarse en la debacle a la que han llevado al país por la cantidad de recursos usados en la negociación, propaganda, publicidad y autobombo. Tenemos que hacer la tarea a fondo para sacar el verdadero costo de la feria de la paz.
No estoy dispuesta -a pesar de tener un gran sentido del humor, de estar convencida que la risa y la alegría son remedios infalibles- a andar por la vida tirando florecitas al aire y cantando que la paz ya llegó o está casi que llega mientras en Colombia las Farc sigan en impunidad a pesar de sus crímenes y actos de terrorismo. Mientras en Colombia no seamos capaces de exigir una justicia imparcial y tengamos que someternos a un tribunal especial para la paz cuyos jueces van a ser escogidos también por las Farc. Mientras en Colombia la prioridad sea las Farc y no los Colombianos de bien. Mientras en Colombia las oportunidades que tendrán los guerrilleros le sean negadas a las mayorías, no quiero esa paz.
Muy fácil lograr la tan anhelada paz, cediendo en todo, quedando el estado y los colombianos, al mismo nivel y con los mismos pecados de las Farc. Quien siendo servidor público, civil o militar, se equivoque de mala fe, debe ser sancionado, sin excepción. Para eso está la justicia, que con el proceso de paz en vez de fortalecerse, de institucionalizarse y mostrarse robusta e inspiradora de respeto, sale herida de muerte con un tribunal que tomará las decisiones por ella. Me dirán, es por un tiempo, luego volveremos a lo de siempre, olvidando que las decisiones de ese tribunal de paz serán históricas, no se podrán revisar, ni cambiar. El tribunal será un instrumento para llevar a la oposición y enemigos de la guerrilla a juicios parcializados y llenos de falsos testigos. Digo yo, será el tribunal de la infamia. Parece montado con el solo propósito de la venganza, o como dirían los mafiosos, un arreglo de cuentas. No entiendo como eso conduce a la paz.
Que suerte la de las Farc, podrán vivir en paz, seguir con su plata para darse vida de reyes, legislar, ocupar cargos públicos y de elección popular, mientras las víctimas quedan sin sus bienes y sin sus seres queridos. Que hay que perdonar nos dicen, que tenemos que olvidar para vivir en paz. ¿Perdonar a quienes no se arrepienten de todo el terror y muertes causadas? ¿Cómo funciona el perdón en ese caso? Perdonar a quienes no piden perdón, si no que abusan y se burlan de un pueblo al que le han causado muchos males.
De manera inexplicable, el gobierno le ofreció a las Farc derechos que no le corresponden y está incluso dispuesto a someter a los colombianos al tribunal especial de paz, dejándolos desprotegidos y al mismo nivel de los terroristas. Sometidos además a un juego perverso, en donde sí aceptan ser culpables no tendrán sanción o pena. Sí no aceptan los delitos imputados y el tribunal considera que sí son culpables, le darán hasta 20 años de cárcel. Farc gana con cara o con sello. Lo explico mejor, si soy culpable lo acepto y si no soy culpable lo invento y me inculpo para complacer a las Farc, a cambio de mi libertad. Así pasaremos a la historia como ellos quieren, como todos unos bandidos y ellos, como los que tuvieron que actuar así para salvar a Colombia de semejante terror. La historia por cuenta de este tribunal, de este sistema de juzgamiento, quedará mal escrita. Increíble que un gobierno le dé la oportunidad a un grupo narcoterrorista como las Farc, de escribir la historia a su acomodo.
Esa no es la paz que yo quiero. Por eso seguiré dispuesta a escuchar todos los calificativos que quieran decirme. Adoro a Colombia, a la buena, a la trabajadora, a la luchadora, a la amable, a la que está llena de gente linda, esa es la mía. Estoy segura que sí alcanzaremos la paz que nos merecemos, no la que cree merecerse las Farc. Quiero y lucharé por que la historia de mi país quede bien escrita.
@AliciaArango