LOS IRREVERENTES tuvieron acceso a la carta que el pasado 3 de junio la exfiscal Caterina Heyck y otros ciudadanos, entre los que se encuentran Juan Manuel López Caballero, Sigifredo López, Yolanda Pulecio de Betancourt y Ángela Giraldo, radicaron ante la Corte Constitucional y que desató la ira del vicefiscal Jorge Fernando Perdomo a tal punto que decidió despedir de manera automática a la doctora Heyck. Lo que queda claro, luego de leer el documento es que el doctor Perdomo o no leyó la carta o, si la leyó, no la entendió, pues el eje central de la misma no va en contravía de los postulados que defienden él y su jefe Montealegre, sino que, al contrario, es un crítica feroz a la política y a las propuestas que enarbola el expresidente Uribe.
El documento de 10 páginas, hace un recorrido profundo sobre el camino que tuvieron que transitar los familiares de los denominados “secuestrados políticos” solicitando el perfeccionamiento de un acuerdo humanitario que facilitara la liberación de los secuestrados a cambio de la excarcelación de los guerrilleros presos.
En la misiva, se hace un fuerte cuestionamiento a la política trazada durante el gobierno del expresidente Uribe respecto del manejo del drama de los secuestrados en poder de las Farc. “Fue realmente inhumano y desconsolador para los familiares y los secuestrados escuchar aquellas excusas legales que justificaban la eternización del cautiverio. Se decía que el acuerdo humanitario implicaba legitimar el secuestro e ir en contra del mínimo humanitario, por lo que era nulo de pleno derecho; que el canje desmoralizaba a la tropa, que supuestamente prefería saber que sus compañeros retenidos podían pasar años en la selva o quedarse allí eternamente a ver que guerrilleros salían de la cárcel y que el canje no era posible porque no se podía intercambiar ‘gente buena por gente mala’”.
Con ese antecedente narrado, que difiere de la realidad de los hechos, los firmantes declaran su aprobación a que se eleve a nivel de “acuerdo especial humanitario” el pacto al que lleguen Santos y las Farc respecto al drama del secuestro: “Creemos que la mejor manera de honrar la memoria de tantos secuestrados que murieron en la selva esperando el acuerdo humanitario es que éste finalmente se realice y que se aprendan las lecciones del pasado”.
En el documento, Heyck y los demás signatarios hacen un recorrido por los aspectos conceptuales de la paz, remontándose a la cultura griega y terminan acogiendo las debatidas tesis que sobre la paz trazó en su momento el profesor noruego Johan Galtung.
Concluyen en la carta, afirmando que “la figura del acuerdo especial, establecido en al Artículo 3 Común a los Convenios de Ginebra, es una alternativa viable y legal para garantizar la seguridad jurídica de los acuerdos de La Habana, que según correspondan al fin del conflicto armado o a la construcción de la paz, requieren o no de un mecanismo de refrendación popular. Este solo puede darse dentro de un contexto de legitimación política y participación democrática frente a los acuerdos de construcción de paz pero no frente a los acuerdos especiales del fin del conflicto armado o fin de la violencia directa, de conformidad con el artículo 22 de la Constitución Política que establece que la paz –no solo como derecho- sino como deber es de obligatorio cumplimiento”.
El excomisionado Luis Carlos Restrepo y el expresidente Uribe aceptaron la propuesta de los
3 países facilitadores para lograr el Acuerdo Humanitario
Falacia histórica
Los signatarios de la carta, construyeron el argumento central de la misma partiendo de una falacia histórica. No es cierto que en el gobierno del expresidente Uribe descartara “la posibilidad del diálogo para solucionar el drama del secuestro, invocando que esto implicaba una cesión frente al chantaje de la guerrilla y sólo aceptaba la vía del rescate militar a sangre y fuego”.
En el gobierno de la Seguridad Democrática, se rechazó la pretensión de la guerrilla que buscaba el despeje total de los municipios de Pradera Y Florida para establecer allí una mesa de negociación del acuerdo humanitario. El gobierno en aras de encontrar una salida al drama de las personas en poder de las Farc, acogió la propuesta que el 13 de diciembre de 2005 hicieron Suiza, España y Francia en su condición de países facilitadores y que consistía en la creación de una zona de encuentro en el caserío “El Retiro”, en el municipio de Pradera (Valle del Cauca) en el que habría presencia de 40 observadores que garantizarían la seguridad de la zona a la que sólo podrían ingresar los negociadores de la guerrilla y del gobierno. El personal armado debía mantenerse por fuera del área delimitada.
Su duración iba a ser muy breve: 7 días antes del encuentro de las comisiones negociadoras y culminaría 7 después del dicho encuentro. Los desplazamientos de los delegados de la guerrilla del gobierno estarían a cargo del Comité Internacional de la Cruz Roja. La zona de encuentro, medía 180 kilómetros cuadrados.
Tan pronto los países facilitadores entregaron la propuesta, el presidente Uribe y su Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, comparecieron ante la opinión pública en rueda de prensa anunciando que la acogían. Aquel día, el presidente Uribe expresó: “El Gobierno colombiano acepta esta propuesta. Confieso que implica, lo confieso humildemente, una concesión por parte del Gobierno que presido. Lo hago con humildad pero también con responsabilidad. Aceptamos esta modificación a la postura que hemos tenido tradicionalmente, porque confiamos en la comunidad internacional”.
Aquella propuesta de los países facilitadores no se materializó porque la guerrilla de las Farc, que no estaba interesada en liberar a los secuestrados, alegó que nunca nadie les hizo entrega formal del documento redactado por Francia, Suiza y España.
Lo que llama la atención es la reacción histérica del vicefiscal Perdomo, quien creyó que la carta de la doctora Heyck estaba enfocada en atacar a Montealegre, cuando en realidad es un violento ataque, lleno de mentiras, contra el manejo que en el gobierno de Uribe se le dio al drama de los secuestrados olvidando que fue gracias a él, Uribe, que los secuestrados pudieron recuperar su libertad.
@IrreverentesCol