Ser Ministro de Estado en el pasado era estar en el último escalón de lo público y, quedar en la baraja de precandidatos para llegar a la primera Magistratura del País. Los Ministros tenían reconocimiento público, ejercían con majestad el cargo encomendado, entendían que tenían dos responsabilidades intrínsecas: Pública y Moral.
Antes de avanzar, debo recordar que el cargo de Ministro es un mandato Constitucional (ART. 206, 207 y 208). Recuerdo este detalle para dimensionar el significado e importancia desde el campo Constitucional de ser Ministro.
En Europa o en EE.UU. nunca se escucha los términos “crisis ministerial”, “gabinete de la Unidad Nacional”, o “gabinete para La Paz” No. En esos países el cargo de Ministro no tiene esos adornos que además pretenden mostrarlos como representantes de partidos políticos, regiones, grupos étnicos o de diversidades sexuales, eso no es importante para ellos.
Una de las particularidades de las democracias serias es que casi siempre un ministro acompaña a su Presidente o Primer Ministro durante el periodo Constitucional para el cual fue elegido o designado; La otra particularidad es que solo se pronuncian en temas eminentemente técnicos y que correspondan a su cartera. Por regla general en esas estructuras de Estado, los pronunciamientos que requieren hacer los Ministros se realizan a través del portavoz de Gobierno.
Qué grado de seriedad o de respeto puede trasmitir un Ministro que olvida sus funciones legales, para dedicar su cargo a tramitar contratos para su esposa, como ocurrió con el nefasto ex Ministro de Minas y Energía Tomás González, o Ministras que para agradar al Presidente se dedican a trinar contra el Ex Presidente Uribe –después de haber ocupado cargos en su gobierno-. Para no seguir en lista de equivocaciones en la que incurren nuestros Ministros, solo se necesita hacer el ejercicio de recordar, cuáles de los más de 40 ministros que ha tenido este Gobierno, brillaron en el ejercicio del cargo. Hagamos esa tarea…
Se requiere con urgencia que los funcionarios públicos, desde el Ministro más encopetado, hasta el inspector de policía más humilde, recuperen el honor a lo Público, lo necesitamos, lo merecemos, por el bien de todos, de lo contrario el cargo de Ministro o cualquier otro cargo Publicó, seguirá siendo visto con desdén por los ciudadanos.
Por ultimo. Santander se quedó sin representación Ministerial en estos 8 años del Gobierno de Santos, no porque no tengamos los hombres o mujeres para ocupar esas dignidades, los tenemos, sugiero dos nombres ejemplares: Consuelo Ordoñez de Rincón y José Vicente Villamizar, serian extraordinarios Ministros, pero tal vez no clasifican en este sistema perverso de trueque en lo que se convirtió lo Público. No clasifica ningún Santandereano porque aquí los dirigentes políticos y gremiales viven en un pulso estéril por el poder, cada quien pretende imponer sus intereses y en esa tarea mezquina, aniquilan cualquier posibilidad de tener representación en el Gobierno Nacional.
Olvidaba. Sí tuvimos “Ministro”. Nuestro ex Gobernador Richard Aguilar, ejerció hasta hace pocos días como “Ministro”. Realizaba nombramientos entre sus arlequines cómplices, prometía a los pocos seguidores que le quedan, “ayudarles desde el Ministerio”, -el Ministerio que Santos le prometió como compensación por haber ejercido la jefatura de debate en la pasada campaña presidencial, según versión de Aguilar-.
Yo no me opongo al nombramiento del ex Gobernador Richard Aguilar, que lo nombren, eso es lo que le gusta desde el Gobierno de Uribe; Pero que lo nombren en una entidad donde no tenga que manejar presupuesto, porque él de temas de Hacienda Publica poco aprendió.
@laureanotirado