El eslabón perdido

El eslabón perdido

Para la justicia de los Estados Unidos, Alex Saab Moran es un objetivo de alto valor. Al mismo tiempo, para la dictadura venezolana y para determinados sectores de la extrema izquierda colombiana, su silencio es cuestión de supervivencia.  

Capturado la noche del pasado viernes en el deprimente aeropuerto Nelson Mandela en la ciudad de Praia, capital de Cabo Verde, Saab volvió a estar en el radar de la opinión pública. Las agencias antinarcóticos de los Estados Unidos le hacían un minucioso seguimiento y en el momento menos esperado, lograron su captura. 

No es la primera vez que cae un pez gordo del régimen venezolano. El primer caso, ocurrió en Colombia, cuando fue capturado el narcotraficante Walid Makled, alias El Turco.

Santos estaba recién posesionado. Se reunió en Santa Marta con Hugo Chávez. Del encuentro, el exmandatario colombiano salió emocionado a decretar ante el mundo entero que el sátrapa de Venezuela era su “nuevo mejor amigo”. 

La cumbre de Santa Marta dejó importantes réditos tanto para Santos como para Chávez. El primero, obtuvo la garantía de que el tirano apoyaría sus propósitos de paz con los terroristas de las Farc, mientras que el segundo salió con la garantía de que el gobierno colombiano enviaría a Venezuela y no a los Estados Unidos a Walid Makled. 

El silencio de Makled era fundamental para el narcorégimen y Santos hizo lo que correspondía para agradar a su nuevo mejor amigo. El Turco fue despachado hacia Venezuela y, desde entonces, nadie volvió a saber de él. Mientras estuvo preso en Colombia, el narco amenazó con revelar todos los secretos de la dictadura venezolana en caso de que fuera sometido a la justicia estadounidense. 

En julio de 2014, uno de lo peores criminales del régimen venezolano, Hugo El Pollo Carvajal fue arrestado en Aruba, en cumplimiento de una orden de captura emitida por una corte de los Estados Unidos. 

Aquella detención generó una crisis diplomática, pues Venezuela alegaba que Carvajal -profusamente mencionado en el computador de Raúl Reyes– gozaba de inmunidad, en virtud de su condición de cónsul venezolano en la isla que hace parte del reino de Holanda.

Maduro, que llevaba poco tiempo al frente de Venezuela, amenazó con sus barcos de guerra a Aruba y, al final del día el gobierno holandés terminó cediendo. 

El narco Carvajal fue dejado en libertad y devuelto a Venezuela. 

Abundan los señalamientos contra Alex Saab, personaje que en un abrir y cerrar de ojos pasó de ser un sencillo vendedor de estilógrafos y calendarios promocionales, a convertirse en uno de los hombres más ricos de nuestro país.

Desde julio del año pasado, la justicia de los Estados Unidos lo tiene en la mira. Fue incluido en la denominada Lista Clinton en el marco de una investigación por lavado de dinero y corrupción en el manejo del programa estatal venezolano de distribución de alimentos. 

Saab y su socio, Álvaro Pulido Vargas son buscados por la justicia de los Estados Unidos para que respondan por 8 cargos relacionados con lavado de dinero. De acuerdo con la Circular Roja que fue emitida por Interpol, Saab se enfrenta a 20 años de prisión por cada uno de esos cargos, lo que en la práctica significaría una cadena perpetua. 

Su caída significa, así mismo, el desplome de un número importante de políticos colombianos de extrema izquierda, empezando por la señora Piedad Córdoba, conocida en las filas de las Farc con el alias de Teodora Bolívar

Juan Manuel Santos no puede pasar de agache en este escándalo. Él, como presidente de la República, designó a Alex Saab para que, en representación de nuestro país, suscribiera en noviembre de 2011 una serie de acuerdos binacionales con Venezuela.

El acto, tuvo lugar en el palacio Miraflores y en él participaron Santos, Chávez, María Ángela Holguín, Nicolás Maduro y, por supuesto, el ahora capturado Alex Saab Moran. 

¿Qué estaría sucediendo si la promoción de Saab la hubiera hecho, por ejemplo, el presidente Uribe? 

El escándalo sería mayúsculo y los periodistas que fueron opíparamente sobornados por Santos, reclamarían cárcel para el jefe del uribismo. Como el involucrado es el sujeto que los atosigó con dinero público, guardarán silencio cómplice y se abstendrán de investigar los estrechos y corruptos vínculos entre Saab, la izquierda colombiana y el santismo. 

Pero, al decir popular, entre cielo y Tierra no hay nada oculto. Saab terminará con sus huesos en una cárcel estadounidense, donde se enfrentará a dos escenarios: someterse a un largo y engorroso juicio en el que tiene todas las de perder y terminar sentenciado a pasar el resto de su vida tras las rejas, o acogerse a los cargos, negociar con la justicia y delatar a todos y cada uno de sus cómplices. Aquella posibilidad, le significará una rebaja sustancial de la pena y permitirá que la justicia, y la opinión pública, conozcan un capítulo nauseabundo de la corrupción de Santos, el chavismo y la izquierda de nuestro país.

@IrreverentesCol

Publicado: junio 14 de 2020 

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