El asesinato de Álvaro Gómez (I)

El asesinato de Álvaro Gómez (I)

El pacto entre Ernesto Samper y el Cartel de Cali

El 17 de octubre de 1995, exactamente 16 días antes de su asesinato, el doctor Álvaro Gómez Hurtado escribió un editorial en el periódico El Nuevo Siglo en el que resumió la grave crisis moral e institucional en la que se encontraba Colombia, bajo el gobierno del testaferro del narcotráfico, Ernesto Samper Pizano. 

En aquel editorial, el dirigente conservador escribió: “El Régimen se sintió en peligro cuando advirtió que contra el Presidente Samper se expresaban los principales voceros de la opinión pública. El Régimen está tratando de formar un ambiente de opinión entre quienes ofensivamente llama ‘los amigos del Presidente’. El Régimen consiguió así que el Presidente no se caiga. Pero no ha logrado destruir la convicción de que no se puede quedar”.

La permanencia de Samper en el gobierno era una bofetada a la República. Él, un sujeto que ganó las elecciones presidenciales de 1994 gracias al dinero de la mafia, recursos que entregaron directamente los hermanos Rodríguez Orejuela para impulsar su candidatura en la primera y segunda vuelta de aquel año, no podía continuar al frente de los destinos del país. 

En su libro Las verdades sobre las mentiras, el tesorero de la campaña samperista, Santiago Medina Serna, narró con lujo de detalles cómo desde cuando Samper era embajador de César Gaviria en España, fraguó -a través de Eduardo Mestre y Alberto Giraldo, relacionistas públicos del Cartel de Cali– la financiación de su campaña presidencial con dineros de la mafia. Aquel plan criminal fue denominado “el pacto de los Recoletos”, habida cuenta de que se finiquitó en el célebre café El Espejo, ubicado en el número 31 del Paseo de Recoletos, en Madrid. 

En su indagatoria rendida ante la fiscalía general de la Nación, Santiago Medina confesó cómo fue instruido por Ernesto Samper y Fernando Botero para reunirse con los jefes del Cartel de Cali con el propósito de coordinar con ellos el ingreso de dineros calientes a la campaña presidencial.

Medina relató que viajó a la ciudad de Cali el 4 de mayo de 1994 con Alberto Giraldo: “…al llegar a esa ciudad nos recibieron en el aeropuerto un señor que no conocía en una camioneta Nissan gris, me pidieron el favor de que me acostara en el asiento de atrás para que no me diera cuenta hacia dónde nos dirigíamos, llegamos a un edificio de apartamentos como de unos catorce pisos de altura, en el centro de Cali y entrando por el ascensor nos dirigimos al pent house donde se encontraban Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela en compañía del señor Elmer Herrera y del señor José Santacruz, ellos estuvieron muy cordiales y tal vez ese hecho hizo que yo pudiera dejar el nerviosismo que me producía conocer a estas personas. El doctor Fernando Botero me había dado instrucciones precisas de que solicitara dos mil millones de pesos que se necesitaban para finalizar la primera vuelta”.

Era evidente que se trataba de un acuerdo entre bandidos. Los narcotraficantes daban el dinero y, a cambio Samper adquiría una serie de compromisos en caso de ganar la presidencia.

Santiago Medina enunció en su indagatoria la oferta del candidato liberal: “Primero: el candidato Samper agradece el respaldo que ellos le ofrecen y valora su ayuda para llegar a ser presidente; segundo punto, Ernesto Samper apoya la política de sometimiento y el proceso de negociación para superar el narcoterrorismo, la violencia y el tráfico de drogas; tercero. Respalda al Fiscal Gustavo de Greiff en su manejo de los temas del narcotráfico; cuarto: se compromete como primera prioridad en el primer semestre del Gobierno a aclimatar el proceso de sometimiento del cartel de Cali; quinto, estrictamente dentro del marco de la constitución y la ley el nuevo Gobierno hará todo lo que esté a su alcance para que esto llegue a su mejor término”.

Era, al decir de los expertos en negociación, un gana-gana. Samper conseguía los recursos que le hacían falta para alzarse con la victoria y los Rodríguez garantizaban que el presidente les allanaría el terreno para someterse a la justicia, pues después del exterminio de Pablo Escobar y sus secuaces, toda la atención de la Fuerza Pública y de las agencias antinarcóticos de los Estados Unidos estaba centrada sobre ellos.

Medina salió de aquel encuentro con los capos de la mafia con las manos llenas. Además del compromiso de que a la campaña le sería entregado el dinero solicitado, regresó a Bogotá con una carta suscrita por los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez, cuyo destinatario era Ernesto Samper Pizano. 

En dicha misiva, según declaró Medina ante la justicia, los Rodríguez “le manifestaban su apoyo incondicional [a Ernesto Samper] debido a la amistad que de largos años atrás los unía y (…) le manifestaban su interés de que él fuera presidente de la República…”.

Próxima entrega: La victoria de Samper y la aparición de los narcocassettes  

@IrreverentesCol

Publicado: abril 29 de 2020

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